A Fina


En el cielo sembraste nueve estrellas brillantes
que de Dios aprendieron a vaticinar
en mi alma pusiste lo que nadie puso antes
el deseo imperioso de creer y luchar.

Pasarán muchas noches con estrellas distantes
pero jamás de nuevo las volveré a contar
sus senderos de luz me llevan, rutilantes,
a unirme con tu vida
al lado de tu mar.







Lima, 1940

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